miércoles, 4 de julio de 2007

Debil.

A medida que los minutos iban deslizándose silenciosos y torpes ante mis ojos, fui siendo inconscientemente consciente de la fragilidad del mundo sobre el que me había forzado a caminar. Indolente y fuerte finjiendo que no me afectaba toda aquella morralla que de sobra sabia que cargaban sus espaldas tenia que sentarme a esperar y contemplar, sin ayudar, como era capaz o no de deshacerse de aquella maldita carga.
Bajo los lamparones de tristeza y tras las ramas de mi maleza observar intranquila y esperar que lo inesperado no acontezca. Terrible. Injusto. Eso es lo que es.
Y reconocer un sentimiento...duele, duele. Impotencia.
No hay peor sensación que el vació que te deja una ausencia repentina, alterar una de esas pequeñas cosas que te hacen brillar cada día. Que te apaguen la luz sin avisar y que a tientas no puedas seguir el camino. Torpe.
No quiero seguir tus pasos, si no más bien trazar mi propio camino.
Y al final abandono el yo, pienso en el tu, ya no soy la misma...debil.
Sencilla.
Sincera.


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