lunes, 30 de julio de 2007

Capitulo segundo

El día 8 de aquel oscuro mes se congregaron todos en el interior de la casa y agolpándose a lo largo del borde de la enorme cama preguntaban impacientes. Una bulla espantosa inundaba el lugar. -"Silencio todo el mundo, hagan el favor de salir del cuarto. Necesita tranquilidad" -aullo el Doctor Moreno, amigo intimo de Padre.
Padre siempre decía que a la hora de atender a las personas más cercanas o a aquellas hacia las que sintiéramos un gran aprecio era mejor delegar sus cuidados y la toma de decisiones sobre alguien de confianza. Las decisiones más drásticas o las medidas mas recomendables era imposible tomarlas con frialdad, y en muchos casos, y en muchos momentos a lo largo de la historia, las gentes habían fallecido por ello. No podía ocuparse uno mismo.
Fumaba tranquilo recorriendo sin cesar el pequeño espacio que separaba el centro del universo actual y la escalera de caracol. El reloj de pared marcó las 9 y media. Esta vez todo saldría bien.
En el cuarto la atmósfera cargada no ayudaba nada a mejorar el complicado alumbramiento, Doña Concha asustada transpiraba ruidosamente y siguiendo la oleada de consejos imperativos que le facilitaba el doctor empujaba con fuerza. Pero el niño se agarraba a la desesperaba entre las paredes del útero -no quiero salir- temeroso del mundo que le esperaba fuera. Las células no habían sido muy benévolas describiendo el entorno...y las voces que oía desde su cómodo refugio decididamente no le convencían. Una sacudida violenta le precipito por el angosto túnel y sin más vio la luz. El reloj dio las 12, mientras la pena por abandonar la nada y convertirse en algo se transformaba en llanto, a su alrededor la habitación empezó a abarrotarse.
Un varón muy grande, había retrasado al menos un mes el nacimiento y su sobrepeso era evidente, a su alrededor todos reian comparándole por ello con su progenitor. Especulaban sobre su futuro, rodeaban incómodamente al recién llegado y charlaban alegremente con su madre.
Padre irrumpió en el dormitorio con un estruendoso portazo y dando 5 grandes y seguras zancadas se acerco a su esposa, le arrebato al ser de entre los brazos, lo alzo un poco para que todos pudieran verle, y articulo con su voz prominente la siguiente profecía: -Le llamareis Miguel y un día será medico, al igual que su padre.-
Miguel tembló.





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