viernes, 22 de junio de 2007

Piano man

Cada día me cuesta más traer la carreta hasta este pequeño cementerio olvidado, y descargar sin llorar las penas o desastres que acontecen en mi día a día. Parece que si no los rememoras no existen. Y siguen hay, pinchándote. Haciendo que poco a poco te desangres internamente, robando energías y agujereando el poco espíritu que aun te resta para intentar emprender nuevas empresas. Y me ahogo en el estupido y ultraconocido mar de la impotencia. Rabia.
Todo broncas y peleas, parece que hacerse mayor implica una lucha constante con los progenitores. Peleas por un horario decente de salidas, derecho a un trabajo, derecho a mal vestir como a ti te guste. Poder juntarte con tus malas amistades favoritas...defender que no es egoísta, si no ley de vida. No voy a ser tu, para eso ya existes tu. La libertad de ser uno mismo, agota. Y mientras tanto, me hundo, y poco a poco voy dandome cuenta de que nada merece la pena. El mismo paisaje desolado.
Y solo me preocupo por lo que clama mi entrepierna, atención a voz en grito. Intento acallarla. Nada.


No hay comentarios: