viernes, 25 de mayo de 2007

Vois sur ton chemin

Estoy cansada, pero ultimamente ya no es una novedad. Aprendo a sobrellevar el estúpido peso del fardo indescifrable que cargo sobre mi espalda. Releo mi isla de ego y vislumbro su sombra en todas las palabras que tan pretenciosamente fui diseminando. Todo penas, todo fardo.
Toca hablar de apoyos, de arrietes y puntales que sin comerlo ni beberlo, supongo que sin siquiera darse cuenta, me aligeran.
Hoy empezó mal, poquito a poco fue remontando y aunque al final todo ha terminado peor de lo que empezó, en la cresta de la parábola creo que llegue a emplear todo el espacio del pecho y aspire varias veces un aire puro, puro.
Teniendo la noche pendiente de la decisión de un pater familia ajeno, me apresuré a cumplir con las pequeñas obligaciones que me había impuesto por la mañana. Rápido. Rápido o llegarás tarde. La irlandesa te espera.
Llegué 10 minutos antes de la hora fijada y...¡¡cielos!! no puede ser. ¿Ya me estas esperando? Sonrisa. Comida basura por no saltarse la tradición, mesa con silloncito ¡rápido! sientate ¿el menú de siempre? El de siempre. Y mientras espero te observo desde el supuesto sillón de pega y recuerdo.
Me viene a la cabeza el primer día de clase. Yo asustada y perdida. Mezcla de compasión y risas en tu iris amielado. Ven, fiate de mi. Como para no hacerlo...
Y hoy casi dos años después sigo invocandote apenas un par de horas antes, todo improvisado, como nos gusta Y unas veces si y otras tantas no. Te hablo. Me hablas. Insustancialidades. Sonrisas. Hombres. Risas. ¿como lo ves? nubes en el entrecejo. Sonríe de nuevo. Y de repente...fe de ausencias. Su recuerdo.

*continuará*

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