Galletitas de almendras, recubiertas de chocolate, integrales, con fibra... yo quería las extremadamente exquisitas pastas de mi pueblo. Les perdonaba todo, hasta su forma de corazón....
¡Las regale! Maldición maldita...engullo sin ganas tres galletas de almendras y me preparo un té (la leche dijo adiós a este mundo cruel hace exactamente un mes, ¿como coño puede seguir en la nevera? huele mal. Dejo que parta al descanso eterno (todavía me regañarán)).
Bajo la luz grisácea de las ventanas me siento a ver como se va enfriando, rodeado con un trapo y cogido entre mis manos. Me transmite calor. La lluvia calma. Suspiro.
¿Que me deparará el día?
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