miércoles, 26 de septiembre de 2007

Al sueño perdido

Al filo de la madrugada me siento a escribir de nuevo. Sueños perezosos que se escapan entre las yemas de mis dedos me retienen en el mundo consciente y me obligan a mantenerme ocupada. Y qué mejor manera que escribirle un algo. Aunque sólo sea para que sepa que le echo de menos.
Una carta de amor o de respeto... de odio, quizás ¿por qué me has abandonado?
Yo que siempre fui buena, te abrazaba y aún cuando vienes a visitarme te sigo abrazando con candor. Tus besos son bostezos que acarician mi garganta y tus frágiles brazos me mecen siguiendo mi tranquilo y acompasado ritmo al respirar.
Una noche tonta, o triste, o quizás ambas cosas, decidiste que ya no te gustaba dormirme acunada y dejaste de hacerlo. Otra de esas noches decidiste dejar de arrullarme con cariño insuflándome paz y me dejaste viendo la silueta de tu espalda tumbada al lado de mi cuerpo desnudo. La siguiente decidiste abandonarme, sin recoger siquiera tus enseres, para que yo cada mañana al intentar ducharme, desayunar, estudiar, salir o pintar suspirara intranquila recordándote.
No te odio, ni te respeto, ni siquiera sé si aún te quiero.Sólo sé que cada noche, cuando el cansancio se abalanza sobre mis hombros y los párpados caen rendidos bajo el peso de sus propias mentiras, no te encuentro a mi lado.




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