De lunes a viernes se despertaba temprano junto a los primeros rayos de sol y antes de que cantara el gallo trotaba por el patio para silenciarle y evitar así que su cacareo despertara antes de tiempo al mundo. No antes de que él hiciera aquello que tanto le gustaba hacer...después liberaba el pico del gallo y se dirigía veloz a la cocina, donde aparecía a los pocos segundos su madre con un tazón enorme de leche. Sus hermanos alborotaban la mesa y se peleaban por el ultimo trozo de bizcocho. Con el cuaderno atado en un cinturón de cuero corría, como hacía siempre camino de la escuela, y se sentaba justo al lado de aquel muchacho silencioso que lucía una recortada matita de pelo color rojo fuego y que de vez en cuando, cuando el profesor expelía la lección a los alumnos del fondo le echaba unas miradas color caramelo que sus ojos nunca acertaban a interpretar. Miguel era un muchacho muy raro.
Tardaron muchas semanas en intercambiar alguna palabra y aun muchas más en caminar silenciosos después de clase. Vivían el uno frente al otro y, aunque ambos lo sabían, se hicieron los locos y fingieron que, sin más, aquellos bancos de madera colocados juntos les habían presentado. Cuando quedaba poco para vislumbrar la silueta de sus casas, Miguel se iba poco a poco separando hasta que repentinamente parecía que no habían caminado nunca juntos y se metía rápido por la puerta de caoba que se resguardaba bajo el lujoso porche de madera. A ojos de Mara el misterio que rodeaba el extraño comportamiento de su compañero de pupitre resultaba delicioso y siempre pensaba que no podría esperar a preguntarle el motivo al día siguiente pero; pasaban las estaciones y no averiguaba nada.
Cuando llegaba a casa se acercaba al corral y, abriendo con gran esfuerzo la pesada puerta de madera liberaba a las ovejas y con un palo las encaminaba al campo por el pequeño sendero que adornado de cipreses conducía tanto al campo como al cementerio. Después se subía a un alto y contemplaba desde lejos, mientras las ovejas zampaban incansables, el barranco tras el cual y bajo el cual se encontraba el mar. Tan azul y tan verde y tan espumoso...más de mil metros le separaban de su hogar.

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